Greenpeace te lleva de la mano al fascinante mundo de los polinizadores naturales. Insectos y mamíferos que cumplen una función clave en el desarrollo y la conservación de la biodiversidad planetaria. ¿Conoces qué es un polinizador ? Hoy te presentamos un mundo asombroso.
La vida y su vastedad, todo lo creado, la vegetación y los alimentos, todo va unido a la misión natural de los polinizadores. Ellos llevan vida y crean vida. Conocerlos, es entender su importancia para la conservación de la vida en el planeta.
La biología nos cuenta que un polinizador es un agente natural que cumple la función de trasladar el polen de la antera (órgano masculino de la flor) al estigma (órgano femenino) permitiendo que se efectúe la unión del gameto masculino en el grano de polen con el gameto femenino del óvulo, proceso conocido como fertilización o singamia.
La mayoría de los polinizadores que aún hoy existen, pero que están en serio peligro de extinción, pertenecen a uno de los cuatro grupos mayores de insectos. Aquí los presentamos con sus nombres científicos y como se los conoce más comúnmente. Éstos grupos son: Hymenoptera (abejas, avispas y hormigas), Diptera (moscas y mosquitos), Lepidoptera (mariposas y mariposas nocturnas o polillas) y Coleoptera (escarabajos). También la naturaleza dotó a varios pájaros y mamíferos para actuar como polinizadores, especialmente en las regiones tropicales y hasta existe una especie de lagartija que es polinizadora.
Los tipos de polinizadores en peligro de extinción
Grupo Hymenoptera
Abejas. Las hay de numerosas especies. Todas ellas suaves, frágiles y eficientes. Su callada labor es un alternado entre las acciones de polinización y la producción de miel. Las humildes abejas son de los polinizadores más rendidores , en especial, la abeja melífera o abeja doméstica, cuyo cuerpo presenta delicadas bandas en color negro y amarillo.
Las abejas están altamente adaptadas a la polinización porque, a diferencia de sus parientes las avispas que son carnívoras, las abejas son herbívoras y dependen de las flores para alimentar a sus crías. Como contrapartida , pareciera ser que a su vez, numerosas flores están adaptadas a las visitas de las abejas porque su aroma, su color y diseño ejercen su influjo como un imán sobre estos pequeños insectos. Podría decirse que se trata de un caso de coevolución, en donde la necesaria interdependencia biológica entre las flores y abejas ha diseñado un mundo de características particularmente propicias para que se desarrolle un vínculo ideal entre ambas especies.
Las pequeñas abejas tienen patas velludas, especialmente diseñadas por la naturaleza para que el polen se adhiera en ellas con extrema facilidad . Estos pelos plumosos además, tienen una carga electrostática, un elemento esencial que permite que el polen quede adherido a ellas hasta llegar a la próxima flor y no se desprenda en el camino.
Un equipo especial para colección de polen
Existen entre las especies de abejas más primitivas, algunas que acarrean el polen, mezclado con néctar en el buche. Pero, las demás abejas, tienen órganos especializados para esta función. Para la recolección del polen usan la escopa, un órgano parecido a un cepillo que posee abundantes setas largas. En la mayoría de las especies las escopas se ubican en las patas posteriores, pero en las abejas de la familia Megachilidae se encuentran en la parte ventral del abdomen.
Las abejas domésticas, los abejorros y otras especies de abejas , de la familia Apidae poseen órganos más especializados que las escopas. Se llaman corbículas (o canastas de polen) y se ubican en las patas posteriores.En ellas, además de polen ,las abejas cosechan el néctar que es un alimento altamente energético por su contenido en azúcar.El polen, que es rico en proteínas , las abejas lo utilizan como una buena fuente de nutrición para las crías y las larvas.
Los órganos de los sentidos en las abejas
De especial importancia son los órganos visuales y del olfato de las abejas en la misión natural de la polinización. Ellos, como maravillosos, finos y delicados sensores están adaptados para identificar a las flores por sus perfumes, colores y diseños. Las antenas en las abejas cumplen la función de órgano olfatorio y sus ojos son capaces de percibir la luz ultravioleta . En la naturaleza muchas flores tienen diseños que solo son visibles con este tipo de visión, una pantalla protectora natural que reserva a estas especies para ser alcanzadas sólo por estas pequeñas polinizadoras.
La mayoría de las especies de abejas en sus funciones “domésticas” son solitarias. Cada hembra o “mamá abeja” cuida a sus propias crías. Solo unas pocas especies viven en colonias o colmenas y tienen numerosas obreras con las que comparten las tareas. Un modo organizativo complejo que es el nivel más alto en cuanto a eficiencia de funciones en el que se agrupan los integrantes de una misma comunidad. Estos sistemas se conocen como “eusociales”y el mejor ejemplo de ello son las abejas melíferas.
Las abejas eusociales necesitan grandes cantidades de néctar y polen; en su diaria labor ,visitan numerosas flores y por eso se las conoce por ser polinizadores muy eficientes. Algunas especies de abejas pueden colectar néctar y polen de gran variedad de flores; otras son bastante específicas en sus preferencias por polen, van siempre a la misma variedad de flores, por ello se las conoce como “oligolécticas”.
El asombroso aparato bucal de las abejas.
Las piezas bucales de las abejas fueron naturalmente diseñadas para succionar el jugoso néctar de las flores. Estas piezas forman un alargado y preciso tubo succionador, sin embargo es un tubo muy diferente al de los lepidópteros (polillas, mariposas) . La mayoría de las abejas , tienen “lengua” corta y solo pueden libar néctar de flores con corola abierta. Algunas abejas más especializadas, de la familia Apidae, tienen una “lengua” larga que llega a partes de flores más profundas. Misterios naturales que permiten ,dentro de la amplia labor de polinización que llevan adelante las abejas en el mundo, cumplir a cada una de las especies, su misión única y particular, sin estorbarse ni impedir que cada cual desarrolle la misión natural para la cual fue pensada por la madre naturaleza.