Este nuevo y preocupante hallazgo es parte de una investigación internacional acerca del impacto del calentamiento global, en el cual los científicos descubrieron un eslabón perdido en la evolución viral.
Los virus de ARN son conocidos por causar enfermedades en los seres humanos que pueden ir desde el resfriado común hasta el COVID-19. También este tipo de virus pueden infectar animales y plantas importantes para la vida de las personas.
Lo cierto, es que descontando el papel que desempeñan en las enfermedades infecciosas humanas, la ciencia conoce relativamente poco acerca de los virus de ARN que existen en el planeta. Por ello, es necesario investigar a fondo para conocer mejor la abundancia y diversidad de los virus que se encuentran en los océanos , dado que esto es de vital importancia para explicar el rol de los microbios en la adaptación de los océanos al cambio climático.
Los métodos innovadores de exploración, descubrimiento y clasificación en los datos de secuencia de ARN que ha implementado la organización Tara Oceans, quien ha llevado adelante la misión de un mapeo general de los océanos para identificar nuevos virus ARN, hizo posible duplicar la lista de este tipo de virus conocidos al momento. Veamos más a fondo de qué se trata este sorprendente hallazgo.
Estudio del material genético del océano
Un análisis del material genético presente en el medio marino ha identificado miles de virus de ARN desconocidos y ha duplicado la cantidad de grupos biológicos de virus que se cree existen en nuestro planeta, según detalla el nuevo estudio que un equipo de científicos de la Universidad de Ohio, EEUU, recientemente publicado en la revista Science.
El Consorcio Tara Oceans fue quien llevó adelante un estudio de carácter global acerca del impacto del cambio climático en los océanos, a bordo de la goleta científica Tara. En nuestra travesía oceánica hemos logrado identificar un total de 5.504 nuevos virus de ARN de tipo marino y con ello, se ha duplicado el número de filos de virus de ARN conocidos al momento, que van de cinco a 10 -continuó el experto- El mapeo geográfico de estas nuevas secuencias de patógenos reveló que dos de los nuevos filos eran en extremos abundantes en amplísimas regiones del océano, en particular es notoria su presencia en zonas templadas y tropicales. Por ejemplo, la “Taraviricota” (denominada así por las expediciones de la embarcación Tara Oceans) o en el Océano Ártico (la Arctiviricota)” explicó Guillermo Domínguez Huerta, consultor científico en el Dpto de Microbiología de la Universidad de Ohio.
Los científicos estiman que la Taraviricota podría tratarse del eslabón perdido en la evolución de los virus de ARN que la ciencia ha buscado de modo incansable durante largo tiempo, conectando dos ramas diferentes conocidas de virus de ARN que difieren en la forma que adoptan para replicarse. Estas nuevas secuencias permiten comprender de un modo más profundo y completo no solo la historia evolutiva de los virus de ARN, sino también la evolución en la Tierra de formas de vida temprana.
La importancia del mapeo de los nuevos virus
Como ha demostrado de modo contundente la pandemia de COVID-19, los virus de ARN son causa de enfermedades mortales. Pero también , su accionar cumple un papel vital en los ecosistemas dado que son plausibles de causar enfermedades en una amplia gama de organismos – incluidos los microbios- que influyen en vastos entornos y en las cadenas alimentarias a nivel químico.
Lograr un mapeo general que identifique en qué parte del mundo viven estos virus de ARN puede contribuir en gran medida a entender cómo afectan a los organismos que impulsan muchos de los procesos ecológicos clave que hacen funcionar y mantienen el equilibrio en nuestro planeta. Se cree que estos tipos de virus poseen tres funciones básicas y principales: matar otras células, cambiar la forma en que las células que han sido infectadas gestionan su energía y por último, transferir genes de un huésped a otro.
A pesar de que los científicos han logrado identificar una gran cantidad de nuevos virus de ARN , sigue siendo un gran desafío determinar de modo certero qué organismos pueden infectar. En la actualidad, los investigadores han circunscripto su estudio principalmente a fragmentos de genomas de virus de ARN incompletos, en parte por su gran complejidad genética y a las limitaciones tecnológicas.
“Nuestros próximos pasos en este camino-concluyó el especialista Domínguez Huerta- será avanzar en la averiguación de qué tipos de genes podrían faltar y cómo se ha producido su cambio con el tiempo. Descubrirlos podría ayudar en gran medida a que los científicos podamos comprender mejor cómo funcionan estos virus , estar prevenidos y poder actuar de modo eficiente frente a su accionar letal”.