enero 21, 2025

Según estima el Foro Económico Mundial, cerca del 50% del PBI global depende de los servicios ambientales brindados por la madre naturaleza. A pesar ello, la degradación ambiental continúa avanzando sin tregua, y sin ser considerada seriamente en la ecuación económica. ¿Está el conjunto de la sociedad preparado para asumir el costo? 

El reciente informe “La riqueza cambiante de las Naciones” presentado por el Banco Mundial (2023), se menciona expresamente que la economía se construye sobre el capital producido (servicios y bienes), el capital humano y una factor compuesto por el capital natural que no está debidamente contabilizado. Este punto representa una oportunidad única para cimentar una nueva economía, destacando el informe, que no se refiere a las tierras ni a los bienes naturales, sino a los servicios ambientales únicos que la naturaleza provee gratuitamente a los hombres. 

En Argentina, la extraordinaria sequía implicó, sólo en 2022 en el sector agrícola, una pérdida que se estima rondaría en los 20 mil millones de dólares. En 2023, el fenómeno de El Niño con sus temperaturas récord e inundaciones sin precedentes, significó nuevas pérdidas económicas para el campo. Por otro lado, la evidencia científica indica que hay un 50% de probabilidades de que el mundo supere la marca de 1,5 grados centígrados en los próximos 5 años. Esto nos pone en medio de un escenario en el que deberemos enfrentar condiciones de enorme hostilidad, con nuevos contextos de vulnerabilidad para las personas , los sistemas productivos y el territorio nacional. 

El riesgo financiero y el riesgo ambiental están hoy íntimamente ligados. Esta lección aprendida en la práctica, hace que la política ambiental tome cada vez mayor relevancia y sea un ámbito propicio para el aporte de soluciones a una atribulada Argentina. Sus lineamientos, serán cada vez más importantes para facilitar el acceso a líneas de crédito, a los mercados y a estrategias para la promoción del desarrollo humano. Sin un ambiente sano, no hay chances de lograr un desarrollo integral en ningún ámbito.

El escenario global y sus estrategias 

La agenda ambiental es también social,geopolítica y económica . En un mundo que reclama cada vez con mayor urgencia seguridad alimentaria, energética y recursos naturales, Argentina y la región del Cono Sur tienen hoy una oportunidad única de ejercer un rol destacado en la discusión sobre la nueva arquitectura financiera internacional. 

En esta dirección, varios países han creado ya sus comités de capital natural (Chile,Estados Unidos,Reino Unido, entre otros) orientados a su valoración,medición, protección,mejoramiento y restauración, con el fin de integrarlo en el ámbito de sus cuentas nacionales y habilitar nuevos esquemas económicos para propiciar el desarrollo sostenible. 

Según las metodologías más utilizadas para la valorización de los servicios ambientales, se estima que cada hectárea de bosque del Gran Chaco aporta beneficios a la economía global de unos 2400 dólares anuales, de selva paranaense alrededor de 4000 y de humedal, unos 180.000.

El aporte de las nuevas tecnologías

Hoy, las nuevas tecnologías hacen posible la medición precisa de quién ofrece servicios ambientales y de quién los consume; esto permite poner en marcha acuerdos y mecanismos innovadores para invertir en su cuidado como forma de generar valor. Las provincias argentinas podrían convertirse en productoras de este tipo de bienes,los servicios ambientales,que pueden activar la demanda de inversores interesados en sostener la vida del planeta.

Diversas empresas en todo el mundo se encuentran desarrollando proyectos de inversión en cuidados de ecosistemas con enfoques que trascienden el polémico mercado del carbono, integrando las dimensiones de la conservación y canalizando de modo efectivo recursos a las comunidades locales para la realización de actividades de tipo sostenibles (como el manejo de bosques con ganadería integrada, producción agroecológica, ecoturismo, etc). En la Argentina, la provincia de Chaco es pionera indiscutida en este enfoque, ya que ha impulsado la primera experiencia formal de acuerdos voluntarios de pagos por la prestación de servicios ambientales orientados al desarrollo territorial sostenible

La agenda económica y ambiental están cada día más entrelazadas. Varios países de la región Cono Sur, Meridional y otros organismos multilaterales están realizando operaciones de canje de deuda por cuidado ambiental y acción por el clima. Ecuador, por ejemplo, canjeó 1.158 millones de dólares a cambio de compromisos y acciones para el cuidado de la biodiversidad de las islas Galápagos. Belize, hizo su parte en un canje de 400 millones de dólares para el cuidado de sus arrecifes de coral. Uruguay logró la colocación de un bono por 1.500 millones de dólares con una cláusula de reducción de tasa a partir del cumplimiento de hitos establecidos en su política climática.

Compromiso político con el cuidado ambiental

En esta línea la Unión Europea aprobó la Ley de Restauración de la Naturaleza, con el propósito de reparar los daños causados a la naturaleza europea producto de la cantidad de actividades económicas que dependen de sus estratégicos servicios ambientales. 

Y en esta dirección va la política de habilitar nuevos esquemas de acuerdos voluntarios de pagos por servicios ambientales confiables que permitan sostener y apoyar a las comunidades locales, financiar la resiliencia, la adaptación exitosa y promover el desarrollo territorial sostenible.

Los países del sur del planeta, como Argentina, tenemos una nueva y gran oportunidad de contribuir a la solución de los desafíos que presenta la senda del desarrollo sostenible. Solo necesitamos repensar el valor de la naturaleza y el valor de los servicios que puede aportar la naturaleza.