Para guardar como legado a las generaciones futuras, agricultores chilenos acopian semillas de especies de vegetales y frutos que en el tiempo se han ido perdiendo. Un proyecto esencial para preservar los sabores originales de la cocina regional chilena
Guardar semillas para las generaciones futuras es un acto de amor. Así lo entienden los agricultores chilenos que ven cómo se ha ido apagando poco a poco la rica variedad de verduras y vegetales de Chile a lo largo de las últimas décadas. Por ello, han decidido guardar en un banco de semillas los sabores autóctonos de la cocina de Chile para el futuro.
Las causas son variadas pero se traduce en lo cotidiano, en las cocinas de Chile como en la falta sabores, texturas y en la pérdida de las tradiciones ancestrales , esas que de generación en generación fueron pasando de abuelas a nietas.
En el mundo, en los últimos 60 años, entre el 50 y el 75% de las plantas alimenticias, vegetales, frutas y verduras, han desaparecido del mundo. La pérdida de biodiversidad agrícola es uno de los problemas sociales, agronómicos, ambientales y culturales más importantes del último siglo, y en este tema se trabaja seriamente en la provincia de Huasco, Chile
Acción salvaguardar los sabores de la cocina chilena
Como parte del proyecto “Salvando la Biodiversidad Agrícola en la Provincia de Huasco con Patrimonio y Rentabilidad Comercial”, tres agricultores y sus asesores dialogaron con Greenpeace para difundir su excelente trabajo. Ernesto Órdenes, ingeniero agrónomo y concejal de las comunidades diaguitas, explicó y mostró en un área del campo en la que se trabaja dentro del proyecto, como se realiza el proceso de recuperación de semillas, muchas de las cuales en otros contextos, y sin el cuidado adecuado desaparecen y mueren. “Trajimos muchas variedades con el objetivo de salvarlas para que regresen en el futuro al campo y a la comida de todos los hogares de Chile”, mencionó.
“En los últimos meses pudimos reservar y guardar en el banco de semillas nueve variedades de tomates como el tomate limachina, tambor, tomate lira, corazón de buey, tenka, rosa; los cuales tienen más de 100 años y han tenido un muy buen comportamiento y desempeño a pesar de las condiciones climáticas extremas de agua y sol fuerte”, dijo el profesional.
El papel clave de los agricultores y lugareños
Los agricultores regionales son parte integral del proyecto, y como lo expresa Ricardo Rivera al parecer, están todos muy conformes con el trabajo realizado hasta el momento “es un muy buen trabajo. Esas semillas que en el tiempo desaparecen y nosotros preservamos para ser utilizadas en el futuro, ayudan a recuperar las variedades de hortalizas, frutas y verduras propios de cada región chilena . Esto contribuirá en gran manera en la renovación de la producción a futuro , lo que se traducirá en la obtención de productos más sabrosos y naturales”.
Carlos Castillo, es otro agricultor que lleva adelante el proyecto con mucho orgullo. Trabaja la tierra con sus manos desde que era niño y posee un profundo cariño por los cultivos originarios de Chile. “ De chico fui alimentado con esos sabores, parte de la cultura de mi tierra . Un legado cultural que lleva secretos de generaciones enteras y que hoy, se está perdiendo para el paladar de los chilenos. “ Nuestra misión es preservar las semillas para que sean multiplicadas en el futuro, cuando sea necesario utilizarlas. Lo ideal es que otros compañeros, los que vengan luego,sepan cuidarlas como un verdadero tesoro”. Eleazar Rivera, quien es cuidador de semillas, dijo que las condiciones a veces son difíciles porque hay muy poca agua y alcanza muy escasamente para el riego de las 6 hectáreas del área de siembra que abarca la superficie total en la que se lleva adelante el proyecto de preservación. «Vengo guardando semillas desde hace mucho tiempo. Produzco, separo las distintas variedades y las guardo», dijo el agricultor.
El proyecto modelo es realizado en la actualidad por la comunidad diaguita del Valle del Huasco y se enfoca en trabajar con variedades locales de la provincia, que se han adaptado efectivamente a condiciones como fuertes vientos, radiación solar, heladas y sobre todo a la sequía constante. Las especies protegidas además de las tradicionales variedades de tomate son el aguacate, el ají cristal , la pera y el camote. Este plan se inició en agosto de 2013, ya lleva diez años y es financiado con fondos del sector privado a través de la empresa minera Teck.